• 27 JUN 2025, Actualizado 11:45

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Sergio Ramos y los dos brazaletes: los caídos, la gloria y la mística que habita en el eterno ‘4’ del Madrid

Sergio Ramos no lleva un brazalete de más; carga un aura que trasciende el tiempo, un peso invisible hecho de memoria: un ritual. El recuerdo de Sevilla, la consagración en el Real Madrid. La gloria con España. También derrotas, y a los que ya no están, a los que lleva con él.

CF Monterrey v FC Internazionale Milano: Group E - FIFA Club World Cup 2025 / NurPhoto

Es el sábado 22 de febrero de 2025. Estadio BBVA. El calor abrasa la enorme estructura metálica de ese recinto, suntuoso capricho regio que tiende a imaginarse un paso adelante del resto del país. Monterrey recibe al Atlético de San Luis. La estrella es Sergio Ramos, que reaparece tras ocho meses de inactividad. Hay expectativa pero también duda.  ¿Jugará bien? Tiene 36 años y ocho meses detenido, sin pisar el césped.   

Ramos se ajusta el brazalete como hiciera cualquier otro capitán de un equipo. Esa insignia oficial y obligatoria que distingue al líder del grupo. Encima, coloca otro más, en color negro, con el escudo de Rayados. Esa tradición que ha repetido durante años. Una cábala personal, el aura de misterio que le envuelve no de ahora, desde siempre.

Resulta que llevar doble brazalete no es ornamento, es una consagración personal de identidad y pacto. Algo así como quien lleva un rosario debajo de la camisa, una cadena, la medalla, o la bendición de una madre. Así que Ramos se consagra un segundo brazalete y cada vez que lo hace, recupera algo de lo que ha sido. Un guiño hacia aquellos que le formaron. De los que le acompañaron y ya no están.

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Desde hace más de diez años, el doble brazalete ha sido parte de un ritual personal. En el Real Madrid, durante los partidos de Champions League, llevaba el brazalete oficial de la UEFA debajo de uno blanco con el escudo del club. En el PSG replicó la misma rutina, esta vez con los colores parisinos. En su regreso al Sevilla, en 2023, usó uno con la bandera de Andalucia, como una suerte de ancla emocional ligada a la nostalgia de los primeros escarceos, su inicio en el equipo de su ciudad natal.

Y en su debut con Monterrey no fue diferente. Como reportó ESPN México el 22 de febrero, Sergio Ramos salió como capitán y lució ambos brazaletes, el de la Liga Mx y el del club. El País lo definió como “fidelidad a los símbolos que lo identifican”. El gesto fue simple pero certero, llegó a tomar el mando desde el minuto uno.

Los dos brazaletes no nacieron de la vanidad ni de la estética. Tiene una raíz aún más profunda. En 2007, cuando su excompañero, amigo y sevillano como él,  Antonio Puerta, perdió la vida, Ramos, en un juego metafísico, transformó el duelo en ritual. En un partido del Real Madrid contra el Villarreal, marcó un gol y mostró una camisaeta con en el mensaje: “Puerta, hermano, D.E.P., no te olvidaremos”. Fue amonestado, pero el homenaje fue legítimo. En la celebración de la liga de esa misma temporada, volvió a mostrar otra camiseta, esta vez con el rostro de Puerta y la frase: “Siempre con nosotros”.

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Desde entonces Ramos no volvió a jugar sin llevar algo que representan a los suyos. Durante la Eurocopa 2009 y el Mundial 2010, llevó camisetas conmemorativas bajo el uniforme. Según AS (30 de junio de 2009). Era su manera de “sentir de cerca a quienes le han formado”, no solo en futbol, en algo más, un recuerdo distante, por qué no.

Puede que desde ese momento, el segundo brazalete se volvió constante. A veces lleva iniciales, en otras, escudos, también colores y fechas. Nunca ha hablado de ello, no explica tal vez porque no hay necesidad de hacerlo. Su carrera, su cuerpo y su personalidad están colmados de símbolos, un aura natural que, desde que lo conocimos, la afición sabe de qué tipo de personaje es Sergio Ramos.

Ese brazalete adicional es su escudo personal, una suerte de altar y juramento, como hacían esos soldados de la antigüedad con sus insignias conquistadas prendidas del pecho.

La otra cinta de Ramos es la presencia de todo lo que le ha marcado, es gratitud, nostalgia y respeto. Un vehículo para invocar la velocidad y entrega del sevillano Puerta.  Es el recuerdo de Sevilla. Es la consagración en el Real Madrid. Es la gloria con España. Pero también simbolizan las derrotas,  a los que ya no están, a los que lleva con él .

En el juego, todo aquello juega con él. Un cumplimiento con la memoria. No olvida los viejos días. No existe otro jugador que lo use así, porque no todos están dispuestos a cargar con su historia. Es algo más que un doble liderazgo, es mostrar el legado.

Urawa Red Diamonds v CF Monterrey: Group E - FIFA Club World Cup 2025 / Alex Pantling - FIFA