Canelo Álvarez perdió todos sus títulos contra uno de los mejores del mundo; Terence Crawford dio cátedra en Las Vegas
Bud Craword hizo historia tras vencer al Canelo Álvarez, el estadounidense se convirtió en el primer boxeador que es triple campeón indiscutido.

Canelo Álvarez perdió todos sus títulos contra uno de los mejores del mundo; Terence Crawford dio cátedra en Las Vegas / Sarah Stier
En una noche que el boxeo tardará en olvidar, Terence Crawford se coronó como el nuevo amo indiscutible de los supermedianos al derrotar por decisión unánime a Saúl “Canelo” Álvarez en el Allegiant Stadium, ante más de 65,000 almas en éxtasis y un mundo pendiente de la plataforma Netflix.
Los jueces lo vieron claro: 116-112, 115-113 y 115-113 a favor del nebraskense, quien sube a 42-0 (31 KOs) y se convierte en el primer hombre en la era de los cuatro cinturones en conquistar títulos indiscutibles en tres divisiones. Canelo, el ídolo eterno de México, cae a 63-3-2 (39 KOs), con esta derrota uniéndose a las sombras de Mayweather y Bivol como recordatorios de que incluso los dioses sangran.
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La atmósfera era eléctrica, un carnaval tricolor bajo luces verdes, rojas y blancas que pintaban la bandera mexicana en las gradas. Canelo Álvarez entró primero, envuelto en su aura de guerrero invencible, con el rugido de la afición mexicana ahogando el desierto de Nevada. Crawford, el técnico implacable de Omaha, llegó con un maletín de guitarra y una sonrisa que prometía caos controlado. No era solo una pelea; era el choque de eras: el legado mexicano contra la precisión yankee, el poder contra la astucia, el peso de una nación contra el hambre de un underdog que escaló dos divisiones en un año.
Desde un inicio Crawford dictó el ritmo. En el primer asalto, probó el agua con jabs filosos, midiendo la distancia ante un Canelo Álvarez que acechaba con su guardia alta, listo para soltar bombas al cuerpo. El mexicano conectó un gancho derecho en el clinch que hizo tambalear al estadounidense, pero el bicampeón welter no cedió: respondió con una ráfaga que cerró el round a su favor. Así fluyó la contienda: Canelo presionando, lanzando uppercuts que resonaban como truenos, pero Crawford bailando, contragolpeando con izquierda precisa que abría heridas en la defensa del tapatío. En el quinto, un intercambio feroz dejó a ambos con la respiración entrecortada; el boxeador tapatío conectó al hígado, pero su rival en turno devolvió con un cross que mandó al campeón a las cuerdas.
El punto de quiebre llegó en el noveno: Crawford, con esa inteligencia quirúrgica que lo ha hecho invicto, varió ángulos y aceleró, conectando una combinación que hinchó el ojo izquierdo de Canelo. El mexicano, fiel a su estilo, nunca retrocedió, pero la fatiga de 12 rounds lo traicionó en los últimos. El estadounidense caminó hacia él en el doceavo, descargando una andanada que forzó clinches desesperados. Al final, el árbitro separó a dos titanes exhaustos, y el estadio dividido entre lágrimas mexicanas y euforia americana estalló en aplausos.
Canelo, a sus 35 años, sigue siendo un monstruo: 63 victorias no mienten, y su reinado en supermedianos ha elevado el deporte en México como nadie desde Julio César Chávez. Pero Crawford, el 37, es un enigma viviente: de las calles de Omaha a tres títulos indiscutibles, pasando por Spence y Porter. Lágrimas rodaron por su rostro post-pelea, no de alivio, sino de validación.